Luces de Falla

Buscando su propia Atlántida

En 2015 hizo cien años desde que el compositor Manuel de Falla estrenara su versión para sexteto de El Amor Brujo: una obra rara, nueva, de la que desconocemos el efecto que pueda producir en el público, pero que hemos sentido, en palabras del genio gaditano.

Con este motivo inicié el proyecto, un itinerario que va desde la Bahía de Cádiz al amargo exilio de Alta Gracia, en Argentina, recorriendo los espacios y luces que acompañaron al compositor. Cádiz que le vio nacer y crecer, el bullicioso Madrid de principios del siglo XX, el París luminoso de la preguerra y por supuesto, la prodigiosa Granada donde Falla asentó su casa y su vida. Un viaje que siempre tuvo un único objetivo: buscar su propia Atlántida.

En esta primera selección: Cádiz  ha estado siempre presente en la vida y obra de Manuel de Falla. La ciudad, la luz atlántica, el mar, los amigos, la historia, la nostalgia y su mitología han creado una especie de íntimo paraíso al que el artista recurre constantemente tanto en su música como en sus testimonios públicos y epistolares. Se reconstruye un circuito personal, no solo de la infancia y juventud del músico gaditano, sino también de la relación establecida con su tierra natal en la lejanía: sentimiento más próximo a una abierta concepción del paisaje privado que a cualquier tipo de localismo reductor, con la intención de oír la luz de Cádiz a través de Manuel de Falla.

He de agradecer especialmente a Jesús Gil y a José Ramón Ripoll por compartir sus conocimientos y generosidad. Así como a la Fundación Archivo Manuel de Falla.

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